Por Selene Perdomo
Se apagan las luces, han transcurrido horas en unos segundos, y entran en la habitación tres hombres vestidos de traje, con una estética y sex-appeal que recuerda a los hombres de negro o los personajes de «Reservoir dogs» de Tarantino. El cuarto hombre moribundo sobre la alfombra ya no está.
En el Teatre Gaudí de Barcelona, agosto está siendo un mes pletórico, la sala está completamente llena en cada función de «Sota la catifa», un texto dirigido por Oscar Molina, escrito por el guionista catalán Jordi Calafí y el cineasta y guionista cubano Alexis García. La obra traducida al catalán, fue escrita inicialmente en castellano y significa «Bajo la alfombra», una intriga trepidante bien dirigida, sorprendente, ingeniosa, fresca y sostenida por el humor negro, referentes cinematográficos, guiños constantes de actualidad y la interpretación de los exquisitos actores Jordi Cadellans, Ramón Godino, Oscar Jarque y Raúl Tortosa, quienes muy conectados en la escucha y el tono del texto, nos regalan una clase magistral de carisma y desdoblamiento.
Un texto donde no todo es posible porque sí, sino porque sus autores lo han cosido con doble costura de ironía, perspicacia, atrevimiento, e hilo de pescar, echándonos el anzuelo desde el comienzo: ¿es el comienzo? ¿un antecedente? ¿un después?
Imaginaros a Medina (Jordi Cadellans) un hombre atractivo, atlético y maduro, en la habitación de un hotel de alto standing, está moribundo de un golpe en la cabeza, cae desvanecido sobre la alfombra, no hay nadie más, comenzamos a preguntarnos qué o quién se lo ha propinado. Se apagan las luces, han transcurrido horas en unos segundos teatrales, y entran en la habitación tres hombres vestidos de traje, con una estética y sex-appeal que recuerda a los hombres de negro o los personajes de «Reservoir dogs» de Tarantino.
Ellos son tres detectives colegas de Medina, el detective más solicitado del gremio. Un hombre de éxito, arquetipo frívolo del triunfador a toda costa, todos le esperan en la ceremonia del congreso anual de detectives donde será galardonado y dará su discurso. Cuando llegan la habitación está revuelta y Medina a quien habíamos visto desfallecer ya no está, uno de sus colegas encuentra sangre debajo de la alfombra, pero hay más, mucho más allí debajo, sus propias miserias, traiciones, rivalidades, y sobre todo sus motivos secretos para matar a Medina, mientras le esperan ellos y nosotros espectadores detectives, vamos a investigar quién le ha matado.
Autores, director y actores, han sabido cómo atraparnos inesperadamente en la incógnita, la plena acción, en giros constantes bien construidos, que devienen en un desfase pretendido adentrándonos en una catarsis de risas y liberadora locura. La conjunción siempre interesante del cine y el teatro, amplían las soluciones escénicas y retrospectivas con fragmentos audiovisuales que desvelan lo que ocultan, el patetismo, la belleza, las celdas, lo que nos une o las contradicciones de la naturaleza humana.
Una pieza que a través de la comedia reflexiona acerca de la presión a la que está sometido el ser humano en la «sociedad líquida» contemporánea, retratada por el desaparecido sociólogo Zygmunt Bauman. La alienación, el individualismo, la soledad en el competitivo mundo profesional en el que nada tiene ya solidez, las complejas relaciones de poder y las personales, arenas movedizas donde todos proyectan una imagen bien distinta a lo que esconden debajo de la alfombra.
Nada de lo que os he contado se acerca ni por asomo a la excitante experiencia de presenciar este teatro que huye de la densidad porque confía en lo que el espectador aporta, en la cercanía y las posibilidades espaciales de una sala como la del teatro Gaudí que bien han sabido utilizar en el montaje rompiendo todas las paredes. Nadie mejor que vosotros mismos para averiguarlo, y si llegáis antes del espectáculo podréis tomar algo disfrutando de un mini concierto, tenéis todo el mes de agosto hasta el 17 de septiembre.
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