“Saludos con muchísimo amor a todos los Cubanos de aquí y de allá”.
Con este cariñoso mensaje terminaba Agustí Villaronga director de la película “El Rey de la Habana”, la entrevista que concedió en exclusiva a Selene Perdomo de Papito Project.
Pocas veces es posible ver en el cine (hacía tiempo que el público y los personajes que aborda lo merecían) una película sobre Cuba alejada de los estereotipos y clichés trasnochados de algunas miradas europeas, que caen en la trampa del aplauso turístico a la decadencia y el admirable corazón contento del cubano. El propio Agustí reconoce que no le resultó nada fácil escapar de ese recurso tendencioso, a Cuba siempre se le ha atribuido un colorismo que nada tiene que ver con las fachadas maquilladas para las visitas del Papa.
El color y esplendor está en su naturaleza muchas veces desconocida por el propio ciudadano cubano de a pie, que ha tenido el acceso restringido a sus maravillas paradisíacas, incluso después de vivir fuera de Cuba, sueña con el catálogo de aquello que le fue negado, la tierra prometida en la postal del sueño caribeño que vio pasar ante sus ojos sin saberlo, mientras mataba el tiempo a la sombra de una palmera en área no dólar.
El color podía estar en aquellas frutas despampanantes de dulzor, pulpa y aroma, esas que abandonaron al lugareño para rendirle pleitesía a la divisa extranjera, todo por la revolución más estancada de la historia, de los motivos no es momento de hablar, pero sea cual sea la versión de tu libre pensamiento, el resultado es el mismo y los afectados también, de esos afectados habla esta película que desvela la descascarada gama cromática oculta detrás de la fachada oficial.
El color y la belleza en lo pobre también están en las exquisitas capturas del director de fotografía Josep María Civit, sin traicionar la crudeza de una película necesaria que sacude nuestra condición humana y nos convierte en cómplices guareciéndonos de algún aguacero o derrumbe. Retrato sórdido de nuestros dolores y la lucha más descarnada por sobrevivir, el desesperado sexo como aliciente, el afán desfigurado por la vida a propósito de su dureza, poético canto a los sin voz, y el triunfo del amor imposible por encima del amor. Quizá sin pretenderlo, el realizador nos sugiere un Romeo y Julieta de la Habana Vieja, perseguidos por las sombras del periodo especial como Montesco y la putrefacción de la sociedad como Capuleto. ¿Se reconciliarán las familias tras la muerte de los enamorados? Así lo quiso Shakespeare, “Chi lo sa”, ya están jugando a las casitas los archi enemigos Cuba y Estados Unidos, sin embargo, siguen olvidados en un basurero “Reynaldo y Magda”
Cuatro fueron las estatuillas que conquistó en la gala de los Gaudí 2016, una noche estupenda para reforzar el indiscutible interés de la película, a la que aún le queda camino por recorrer. El 6 de febrero estamos seguros que seguirá recibiendo premios en los Goya donde está nominada en varias categorías, entre ellas el Goya a la mejor actriz revelación por la exuberante interpretación de la artista cubana Yordanka Ariosa, ella nos ha conquistado hasta el punto de sentir los olores de su entorno. Nos gustaría mencionar también el gran trabajo en el personaje secundario que interpretó la actriz cubana Ileana Wilson, arrebatándonos más de una carcajada, además de los colores, ella es tan impactante que su corta intervención ocupa buena parte de la memoria.
El largometraje será proyectado durante una semana en el Festival de Cine de Miami, ya que se considera una buena plataforma para introducir el film en latino América, Villaronga considera que es un público que entenderá mejor la película.
Estás imágenes corresponden a un pequeño reportaje del paso de Villaronga por la alfombra roja de los Gaudí. Patrocinadores Ricuña Navarro y Alma de Luna. Una producción de Papito Project con la colaboración del Festival Internacional de Cine de Girona.
by Selene Perdomo (Dirección, redactora y presentadora)
Cámara y fotografía Judith G. Tur
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