Por Selene Perdomo/
“NO ES DIVERTIDO SER EL ETERNO CANDIDATO AL PREMIO NOBEL DE LITERATURA”
Así bromeaba el ensayista y novelista Salman Rushdie uno de los máximos referentes de la literatura contemporánea, durante la rueda de prensa que concedió en octubre de 2015, tras publicarse la noticia de que había sido galardonada la escritora bielorrusa Svetlana Alexiévich.
Con gran sentido del humor, el autor angloindio expresaba sentirse privilegiado al pertenecer a esa lista de escritores que no lo han ganado, ubicado en la sala de los rechazados, entre los que mencionó a Jorge Luis Borges, recordando que “cada vez que llegaba el día decía que el comité del Nobel había convertido en costumbre no dárselo”.
(El escritor Jorge Luis Borges y su esposa Maria Kodama, en Roma, 1981. MARCELLO MENCARINI LEEMAGE foto extraída de El país Cultura)
Borges fue uno de esos eternos candidatos que nunca recibió el premio, y todo apuntaba a que el motivo de su exclusión se debía a una visita que el autor argentino le hizo al dictador Augusto Pinochet en 1976. La propia viuda de Borges, María Kodama declaró a la prensa, que antes de viajar ese año a Chile a recibir un premio honoris causa de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad, el autor recibió una llamada de Estocolmo, donde se concede el Nobel para advertirle que no realizara el viaje. Una advertencia a la que no obedeció.
A estas alturas es una ingenuidad pensar que la decisión de otorgar un Nobel de literatura se reduce a valoraciones estrictamente literarias, y que en nada intervienen las razones políticas, la trayectoria del autor/a, y por consiguiente creer que se otorga a una obra.
No sabemos las causas por las que Rushdie corre la misma suerte que Borges, Salman ha sido candidato no pocas veces. Si se otorgara el Nobel a la libertad de expresión en la literatura, sin duda, sería también uno de sus candidatos, y podría ganarlo si deliberara un jurado arriesgado, decidido a reconocer el valor de un autor perseguido, condenado a muerte por el Ayatolá Jomeini, acusado de blasfemo por su novela “Los versos satánicos”, con un precio de tres millones de dólares por su cabeza, quien padeció el cautiverio durante 11 años en los que tuvo que ser protegido por Scotland Yard.
(en la foto Selene Perdomo y Salman Rushdie)
Aunque hace ya años que su vida ha regresado a la normalidad, todavía puede sorprendernos la facilidad con la que podíamos acercarnos con nuestras cámaras, conversar con él sin un dispositivo de seguridad visible que impidiera el paso (aunque sí lo había), e incluso que me animaran a acercarme todo lo que quisiera con mi reflex.
Así transcurrió la presentación en Barcelona de su novela “Dos años, ocho meses y veintiocho noches”, dentro de la programación de la fiesta de la literatura “KOSMOPOLIS” 2015 que se celebra habitualmente en el CCCB (Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona )
(en la foto: Salman Rushdie y Rodrigo Fresán)
La era de la extrañeza fue el título del diálogo que protagonizaron Salman Rushdie y Rodrigo Fresán el año pasado, una conversación que recorrió las temáticas de su obra y su trayectoria. De las cosas más sencillas y cercanas de la charla, fue su respuesta a la insistencia de Fresán por arrebatarle una confesión. El autor reafirmó su ausencia de deseo, no puede desear nada que cambie el curso de las cosas, esas que sobre todo le han permitido conocer a sus hijos y escribir.
Rushdie tampoco se llevará el Nobel este año, cuya entrega se ha retrasado. “La razón es muy simple: de acuerdo a los estatutos, debemos reunirnos por cuatro jueves consecutivos empezando el penúltimo jueves de septiembre antes de anunciar al laureado, y este año ha caído inusualmente tarde”, declaró a la prensa Per Erik Wästberg, miembro de la Academia Sueca.
El día 13 de octubre es la nueva fecha para anunciar el Nobel de Literatura, finalmente las librerías sabrán cuál será el autor/a más vendido/a de los próximos meses. Mientras esperamos el veredicto, vale la pena esta curiosidad, se trata del vídeo clip (Falling Down) del disco de versiones de Tom Waits que publicó Scarlett Johansson en mayo de 2008 titulado Anywhere I Lay My Head, donde aparece Salman Rushdie olfateando el cabello y el cuello de Scarlett.